lunes, 5 de julio de 2010

SIN PALABRAS

Los sentimientos no se pueden definir con palabras, pues corres el riesgo de equivocarte al hacerlo. Siempre he tendido a etiquetar y ponerle palabras a todo. Ahora sé que me conozco menos que nunca y a la vez me estoy haciendo amiga de mí misma. Mis sábanas aún huelen a tí y las cortinas se tapan los ojos y se sonrojan, testigos mudas del incendio ya extinguido cuyas brasas laten cada vez mas despacio. Debería lavarlas y así olerán a limpio, pero tarde o temprano se teñirán de nuevo de fuego y sudor. No sé cuando, ni tampoco quiero saberlo, no quiero poner palabras a algo que no puede definirse, así somos tu y yo...dos espíritus que se encontraron en el momento equivocado y que vagamos inseguros mientras nos damos la espalda, quizás temerosos, quizás reacios, quizás anclados a sentimientos a los que un día pusimos nombre y nos persiguen, haciendonos prisioneros. Ahora sé que no sirve de nada cerrar unos ojos que ya lo estaban, ni poner por medio una distancia que no existe, pues el tiempo nos ha demostrado que no sirve de nada dejarlo pasar, pues corremos el riesgo de perderlo. Yo no tengo prisa. La felicidad es como un puzzle, al nuestro quizás le falten piezas, pero la imagen tejida a lo largo de un año se aprecia nitidamente. No busques esas piezas que a lo mejor no encuentras, contempla el puzzle como un todo y a la vez mira sus fragmentos por separado, esos trocitos que hemos ido colocando y que están ahí. Luego sientate en el sofá y respira, sin pensar en aquello a lo que pusiste nombre y no lo tiene. Escuchate a tí mismo y tapate los oídos, después levantate y mira debajo del sofá, quizás ahí estén las piezas que faltaban...

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