Al principio hablaba bajito, como un susurro que te acaricia, inaudible, casi inapreciable, pero poco a poco su voz se fue alzando hasta convertirse en un desgarrador grito movido por una fuerza interior. Gritaba y gritaba dentro de mi cabeza, ya no podia hablar, ya no podia dormir, ya no podía sentir. Un sentimiento preso dentro de mí, librando una cruenta batalla que estaba a punto de ganar, unas palabras silenciadas por mi boca pero gimiendo en mi corazón.
Dicen que todos los presos quieren su libertad...pero yo ya no sé que pensar. Se la concedí, y aún no alcanzo a conocer las consecuencias. Quiero pensar que la justicia existe...aunque se haga de rogar. Quiero acallar las voces de mi conciencia, quiero frenar esa fuerza interior....
